Memorias de un flipado

Como fanático del thriller, encontrarme con esta obra en una librería de segunda mano fue una grata sorpresa, y de hecho al comienzo ni tan mal; es cierto que desde el comienzo se nos está vendiendo lo grande que fue Vélez Troya, pero al menos por los casos presentados era una idea plausible; sin embargo, a medida que avanzas ves que es todo fachada.

Especialmente notable es cuando habla de su trabajo en el caso del secuestro de la farmaceutica de Olot, caso bastante conocido que permite considerar hasta que punto en el resto de casos ha exagerado (sino directamente mentido) sobre sus intervenciones en los mismos.

Y es que tiene la cara tan dura para afirmar que sus errores (como afirmar que Maria Àngels Feliu estaba muerta) eran todo parte de una estrategia, cuando no culpar a terceros; también critica a la familia de la víctima por no hacerle caso, y por supuesto a la prensa.

Porque algo que hace mucho es poner por las nubes a los periodistas que hacen lo propio con él, pero cuando se le critica, es prensa sensacionalista; hace lo mismo respecto a críticas que recibe (especialmente si son de colegas de profesión) tachándolas de envidia.

Y pudiera ser que tenga razón, y que todo lo que cuente es cierto, y que sus errores en el caso mencionado no fueran tal sino una estrategia, pero hay dos elementos de los que se habla en el libro que demuestran que este detective es un manipulador que sabe menos de lo que vende: el polígrafo y los Pinkerton.

Con el polígrafo se golpea el pecho con el hecho de ser el primero que trajera a España el «detector de mentiras», que afirma tener una fiabilidad del 99% (y que el 1% restante se puede solventar con un buen técnico, con lo que tiene fiabilidad del 100%), cuando es un número que no podría estar más lejos de la verdad y ese aparato es simple pseudociencia.

Luego con el caso de la Agencia Pinkerton narra su historia pero, por desconocimiento o simple manipulación, no menciona nada de las cosas graves que han hecho a lo largo de su historia, vendiendo a la agencia (y especialmente a la familia Pinkerton que la fundó y dirigió) como algo absolutamente ético.

Y tal vez si se hubiera molestado en poner alguno de sus casos fallidos (y que lo muestre como tal, que las pocas veces que presenta un «fallo» es por culpa de terceros) podría creerme más los casos presentados, pero no habiendo eso y viendo elementos presentados como verídicos cuando sé que no son así, dudo de todo lo demás.

Tampoco voy a entrar mucho en su machismo y LGBTfobia, porque sería llover sobre mojado, y si bien nunca llega a soltar cosas verdaderamente graves, es algo que impregna todo el libro, y ya no es cuestión de ser otra época, porque a la vez que hace eso es capaz de blanquear otras cosas (siempre afirmando tener la ética por encima de todo).

Respecto a la escritura, cuando narra casos usando un estilo novelesco lo cierto es que lo hace bastante bien y Vélez Troya habría sido un buen escritor; aunque al mismo tiempo el texto está lleno de erratas (especialmente notables son las confusiones entre ll e y).

En definitiva, para quien como yo es aficionado al suspense, es una obra que puede resultar entretenida si se leen sus casos como ficción (que probablemente entre exageraciones y posibles mentiras, se le acerque mucho), pero pretendiendo leer esto como la divulgación de un detective me parece de las peores cosas que he leído jamás.