Un slasher a medio gas

De primeras, por la sinopsis pensé que iba a tener un concepto similar a uno de los fragmentos de Terror Tract, pero la verdad es que no; allí el protagonista está conectado directamente con el asesino, mientras que aquí el protagonista adquiere psicometría, así que es capaz de ver el pasado o el futuro tocando objetos.
Como idea me parece más original además se permite poder hacer algún giro con la identidad del asesino, o sería así si realmente hubiera alguna sorpresa con la identidad del culpable.
Como buen slasher con asesino enmascarado nos plantan un whoddunit que no sorprende, pero lo peor es que hacia la mitad de película por algún motivo el protagonista y su amiga sospechan de cierto personaje (lo que tiene sentido por la situación), pero por algún motivo el film pretende vender al personaje siendo sospechoso de cara al público con el uso de música de tensión, mostrando que tiene una ropa similar al asesino (cuando la ropa es un chandal negro con capucha) y que sale usando la famosa máscara cuando por lo que se entiende es como un símbolo de ese instituto.
Cuando aparece el siguiente red herring, si tenías alguna posible duda sobre si es o no el asesino, ya te queda claro que van a hacer otro giro más simplemente por el intento descarado que han hecho minutos antes.
Aparte de eso el slasher acaba resultando bastante flojo: el contador de muertes es bajo, pero es que encima las víctimas son todos bullies.
Si el prota fuera también alguien que hace bullying habría una cierta tensión (aunque claro, lo complicado sería hacer que puedas empatizar con alguien así), pero como no, no sientes suspense porque el prota jamás va a estar en peligro la mayor parte de la cinta y los que mueren son la clase de gente horrible que uno disfruta viendo asesinada en un slasher.
Se les intenta dar un poco de profundidad para redimirles de alguna manera y que no parezcan simplemente seres de pura maldad, pero es una caracterización que llega tarde (cuando están por morir) y se queda muy en la superficie (por ejemplo, con una de las víctimas simplemente muestran que siente pena por la muerte de su amigo y se siente mal por cómo le ha tratado antes de que muera), con lo que te deja un poco igual.
Lo que acaba salvando la cinta es el protagonista con el que empatizas muchísimo (e Ignacio Diaz-Silverio hace que realmente te creas que está teniendo una visión sobrenatural en el momento) y que tiene muy buen ritmo; también que dentro de la idea de que son acosadores y hacen bromas crueles, nunca les vemos hacer algo demasiado pesado: la caída por las escaleras, aunque no queda muy claro si Trevor lo empuja o cae por accidente, no era parte de la broma que tenían pensada, y Phil que se dedica a ahogar a un compañero al comienzo del film simplemente sirve como muerte inicial con lo que ni se le intenta redimir.
En definitiva, aunque no es uno de estos casos de «obra que se vende como slasher aunque no lo sea», la verdad es que el slasher es la parte más floja, y aunque se compensa con lo de las capacidades psíquicas del protagonista para causar tensión, esta se pierde cuando la identidad bajo la máscara es tan obvia.
Está bien para ver tanto por su duración como por la manera de tratar el acoso, el ser alguien abiertamente LGBT en un instituto y también el suicidio; aunque al mismo tiempo son tres temas que pueden echar para atrás por como pueda afectar al futuro espectador...